El mármol es una superficie muy delicada con la que es necesario tener mucho cuidado en la limpieza para que no se pierda el brillo.
Para ello, un truco fácil de aplicar es frotar la superficie con un paño empapado en agua oxigenada, que se dejará actuar durante unos cinco minutos y después se deberá aclara con agua fría.
Tras este proceso se debe secar con un paño el mármol y mostrará el mismo brillo que el primer día.