El agua ionizada conduce a la obtención de agua alcalina. Este tipo de agua tiene numerosos beneficios como ofrecer energía, facilitar la regularidad intestinal, reduce la presión sanguínea, elimina los residuos ácidos del cuerpo y los nutrientes son más fácilmente absorbidos por el cuerpo, entre otros aspectos.
Así, conseguir agua alcalina se usa un ionizador de agua, que es básicamente un filtro conectado al grupo de la concina. Con esta herramienta, además de filtrar el agua y hacerla más limpia, se realiza una electrólisis controlada a bajo voltaje del agua, que afectará al pH. De esta manera, se obtendrá tanto agua alcalina, con un pH superior a 7, lista para beber, y agua ácida, con un pH inferior a 7 que se puede destinar a otros usos.